lunes, 23 de junio de 2014

Había una vez un micrófono y una batería…





Cuando llegamos ya estaban allí, aguardando;  solos en medio del escenario, ajenos a todo lo demás. Uno frente al otro, mirándose, complementándose (como si el uno sin el otro no tuvieran sentido). Cuando empezó el concierto aguantaron el tipo, lo hicieron hasta el final, dignos y fieles.  Primero no llamó la atención la imagen, era linda, punto. Después nos gustó como se movían sin moverse. 




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